21.5.10

Manifiesto de los docentes UPR

El siguiente documento fue producto de dos reuniones y de las contribuciones de los profesores y profesoras del Recinto de Río Piedras de la UPR que se auto-convocaron el pasado lunes 17 de mayo y que, luego de discutirlo en reunión de seguimiento el jueves 20 de mayo de 2010, lo aprobaron y acogieron como 'Manifiesto del Claustro del Recinto de Río Piedras de la UPR'. Acordaron presentarlo al día siguiente en la Asamblea del Claustro de la UPR (de todo el sistema de la UPR) auto-convocada para hoy, viernes, 21 de mayo, en Cayey, Puerto Rico. Hoy, el documento fue repartido y presentado por los docentes del Recinto de Río Piedras de la UPR ante la Asamblea sistémica y sus propuestas (recogidas en la sección 4 del documento) fueron leídas en voz alta. La Asamblea del Claustro de la UPR lo aprobó por abrumadora mayoría y con un gran entusiasmo.

Sigue en su versión completa el Manifiesto.

Manifiesto de los docentes del Recinto de Río Piedras de

la Universidad de Puerto Rico

.1. La reducción presupuestaria en la UPR y el carácter corporativo y anti-democrático de su funcionamiento

1.1-El presente conflicto huelgario tiene como origen inmediato la reducción deliberada, profunda y sin precedente que ha sufrido el presupuesto de la Universidad de Puerto Rico. La crisis fiscal que es producto de esta acción gubernamental afecta, y desde el próximo año fiscal afectará aún más, todos los sectores del sistema universitario.

La referida contracción fiscal surge de la reducción de la base sobre la cual se calcula la cuota del 9.6% asignada a la UPR, al excluirse una parte de los ingresos anuales del IVU de esta base y comprometerlos exclusivamente con el fondo COFINA (Corporación de Financiamiento Puerto Rico).

La Ley 7, en el Art. 31(b), enmienda la Ley de la UPR y provee: “Para propósitos de estos cómputos se excluirán aquellas rentas, recaudos o ingresos percibidos por operación de la Ley Especial Declarando Estado de Emergencia Fiscal y Estableciendo Plan Integral de Estabilización Fiscal para Salvar el Crédito de Puerto Rico.”

La Ley Núm. 91 del 13 de mayo de 2006 que estableció el IVU y COFINA afecta a la UPR de la misma manera.

1.2 La toma de decisiones en la Universidad se hace mediante una lógica utilitarista de mercado, con un enfoque y apoyo institucional exclusivo a ‘lo rentable’ y como consecuencia se administra la Universidad como si fuera una corporación privada.

El surgimiento del neoliberalismo ha implicado cambios estructurales en las instituciones académicas. Sus discursos proponen que el potencial del ser humano sólo puede maximizarse en un contexto institucional que se caracteriza por el fortalecimiento de los derechos de la propiedad privada y las dinámicas del mercado. Esta visión ha sustituido la Universidad como lugar de pensamiento, generación de conocimiento libre, crítico y distinto al avalado por las dinámicas del mercado, soslayando con ello el enfoque de la educación como un bien público común.

En la presente situación, las transformaciones impulsadas por las autoridades universitarias, algunas ya propuestas y otras ya vigentes, apuntan hacia una reconceptuación del proyecto universitario como lo hemos conocido hasta ahora para sustituirlo por un modelo distinto, de carácter predominantemente mercantil, poniendo en entredicho la continuidad de la misión y el compromiso social de la Universidad de Puerto Rico con el país, disminuyéndola así ante otras instituciones de carácter privado.

1.3 La Universidad se enfrenta en todos sus ámbitos a procesos decisionales excluyentes y cada vez menos democráticos. A los docentes se nos excluye de la evaluación, análisis, discusión y deliberación sobre asuntos propios de la comunidad académica, práctica particularmente inaceptable en una situación de crisis presupuestaria tan acuciante como la que enfrentamos.

Los docentes y estudiantes sufrimos las consecuencias de una participación insuficiente cada vez más reducida respecto a la toma de decisiones en una estructura administrativa más centralizada y “gerenciada” a nivel de recintos y del sistema de la UPR. En las decisiones administrativas se le adjudica un peso cada vez menor a los criterios académicos.

.2. Los reclamos estudiantiles

2.1 En este escenario, el sector estudiantil ha asumido la vanguardia en defensa de la Universidad de Puerto Rico como una universidad pública y accesible para todos, incluyendo los más desaventajados económicamente. Los y las estudiantes llevan 28 días en huelga exigiendo, entre otras cosas, la derogación de la Certificación 98 que reduce las oportunidades de exención de matrícula a la mayor parte del estudiantado que hasta el momento ha disfrutado de ésta.

La eliminación de algunas exenciones de matrícula disponibles a la mayor parte del estudiantado es sólo una de las formas en que la reducción del presupuesto de la Universidad afecta a los sectores de la comunidad universitaria.

Los reclamos estudiantiles pueden resumirse, entre otras:

(a) La eliminación de las disposiciones contenidas en la Certificación 98 y la permanencia de las exenciones de matrícula

(b) El compromiso con una política de no privatización

(c) La transparencia fiscal vía acceso a la información pertinente

(d) El compromiso de no implantar represalias contra el estudiantado

(e) No aumento de matrícula

(f) El cobro de las deudas a favor de la Universidad

.3. Los docentes de la UPR

3.1. El claustro tiene una responsabilidad ineludible en la defensa del proyecto de una universidad pública de excelencia, a la que hemos aspirado siempre y para la que hemos laborado hasta el presente.

3.2 Los docentes, al igual que los y las estudiantes, reciben el impacto directo de la crisis en la Universidad. Los reclamos estudiantiles y docentes dramatizan la crisis que enfrenta el proyecto universitario del país y la esencia de la Universidad de Puerto Rico como una universidad pública. Las siguientes medidas que hemos enfrentado como docentes ilustran esta crisis:

(a) La contratación abusiva de profesores sin plaza, la prolongación por años de contratos sin permanencia, las continuas condiciones de vulnerabilidad en el profesorado, la puesta en riesgo de la calidad y excelencia de la docencia y la producción académica y el pluriempleo de profesores, una de las formas más insidiosas de privatización, afecta directamente a los estudiantes.

(b) La congelación de plazas, ascensos, sabáticas, licencias de todo tipo, incluyendo las licencias de estudio, la congelación de aumentos salariales, el aumento en el cupo en secciones de clases, la eliminación de descargas académicas y del apoyo institucional para la investigación (asistencias de investigación) y la eliminación de la cobertura de gastos para la participación docente en seminarios, congresos y presentaciones a nivel internacional son todas medidas que impactan negativamente la calidad de la educación que reciben los estudiantes.

(c) La puesta en riesgo de programas académicos y académicos de servicios que permiten ofrecerle a los estudiantes una experiencia académica formativa mediante la integración de la universidad y el aula con escenarios y contextos reales de necesidad en el país.

3.3 En esta trabazón histórica para la UPR, los docentes tenemos que, de inmediato y con carácter permanente, reclamar el espacio que nos corresponde para participar en la toma de decisiones y en la identificación de soluciones e implantación de medidas, particularmente aquéllas pertinentes al ámbito de la docencia.

.4. Los DOCENTES disponemos y exigimos

4.1 APOYAMOS la lucha de los estudiantes y RECONOCEMOS la legitimidad de los reclamos estudiantiles que han desembocado en la presente huelga, incluyendo la derogación de la certificación 98 sobre exenciones académicas y la transparencia fiscal vía el acceso a la información financiera y administrativa de la institución.

4.2 EXIGIMOS la negociación sin condiciones y de buena fe por parte de la administración. Además, RECHAZAMOS la persecución y las represalias administrativas y judiciales contra el estudiantado, los docentes y los trabajadores de la Universidad que han estado reclamando y exigiendo sus derechos en esta coyuntura.

4.3 EXIGIMOS el retiro inmediato de la policía estatal de los predios del Recinto y DENUNCIAMOS el abuso policíaco y RECHAZAMOS la complicidad de las autoridades universitarias.

4.4. EXIGIMOS de las autoridades universitarias y del gobierno de Puerto Rico la restauración del presupuesto de la Universidad que le permite funcionar como la Universidad pública de Puerto Rico, mediante la participación de la Universidad en la base total de los recaudos del país.

4.5. EXIGIMOS el funcionamiento pleno de la Universidad de Puerto Rico como una universidad pública, democrática, accesible e inclusiva que propenda al libre desarrollo del pensamiento y al quehacer académico, cultural, literario y profesional, más allá de las actividades que el mercado considera rentables. La Universidad de Puerto Rico no es ni puede ser ni funcionar como una corporación privada y rechazamos todas las medidas dirigidas a ese propósito.

Nuestra oposición a dichos procesos no sólo conlleva un rechazo al escenario más discutido de la posible privatización de ciertos recintos del sistema de la UPR, sino también un rechazo a otro escenario aún más peligroso e insidioso: la corporatización extra-oficial de todo el sistema de la UPR vía la administración de una universidad pública como una corporación privada.

EXIGIMOS la firme defensa de la autonomía universitaria ante las intromisiones indebidas de las ramas de gobierno.

4.6 ESTAMOS CONVENCIDOS que las situaciones que enfrentamos los profesores y que enfrentan los estudiantes forman parte de una misma situación: el desmantelamiento del proyecto de universidad pública que encarna la Universidad de Puerto Rico tal y como la conocemos. Los reclamos del profesorado ilustran que los y las estudiantes tienen razón en sus reclamos y en la defensa de la Universidad pública, y SUMAMOS NUESTRAS RAZONES en esta defensa.

4.7 EXIGIMOS participación real y efectiva en los procesos de toma de decisiones de la Universidad, en la discusión, deliberación y adopción de las medidas para atender esta crisis y de esta forma nos unimos a los estudiantes en la defensa de una educación universitaria pública, de excelencia y accesible, pilares que han caracterizado a la Universidad de Puerto Rico.

4.8 RECOMENDAMOS la creación de una delegación de profesores y profesoras eméritos y distinguidos que estén en la disposición de colaborar para la reanudación de las negociaciones entre los estudiantes y las autoridades universitarias hacia la solución del presente conflicto.

20.5.10

Nos auto-convocamos (asamblea del claustro de la UPR)

Los profesores y profesoras del sistema UPR nos auto-convocamos en esta histórica conyuntura para celebrar la primera asamblea sistémica de todo el profesorado de la UPR (viernes 10am en Coliseo de Cayey). Esperamos que allí los presentes sepamos responder con altura en defensa de nuestra Universidad ante la ya evidente intención de desmantelamiento de la universidad pública y afrenta que recibe la comunidad universitaria.

A manera de convocatoria el colega Rubén Ríos Ávila comparte este escrito, publicado en Diálogo digital y que transcribo en toda su extensión.

El desmantelamiento de la Universidad
Por Rubén Ríos Ávila

El País ha amanecido hoy con una noticia alarmante para el futuro de la educación universitaria y, más aún, para el futuro de nuestras instituciones democráticas. El día en que se suponía que la alta administración del sistema universitario público sostendría una reunión para reanudar las negociaciones con el Comité Negociador Nacional, nos enteramos que la Universidad (léase la Administración) ha incoado una demanda por daños y perjuicio contra los principales estudiantes organizadores de la huelga que está a punto de cumplir un mes. Esta represalia violenta y desafiante no hace sino corroborar, para desgracia de todos, que las altas autoridades universitarias conspiran, en común acuerdo con la administración política de turno, para desmantelar la Universidad según la hemos conocido hasta la fecha. Ya no se trata meramente de lograr el fin de huelga para que abra la Universidad. Se trata de que la Universidad a la que entraremos cuando termine la huelga será, y de muchos modos ya es, otra.

Las señales de este proceso han estado viéndose desde hace tiempo. La contracción económica, que afecta a la comunidad global, se ha convertido para nosotros en un dispositivo para ejecutar un estado de excepción que le provee al estado el poder y la libertad de movimiento para realizar despidos masivos, imponer contribuciones onerosas, autorizar privatizaciones de edificios, servicios e instituciones y ejercer un control inédito hasta ahora a nombre de la supuesta frugalidad fiscal y al amparo del estado de emergencia.

La Universidad se ha convertido en la piedra de toque de esta táctica neo-fascista. El proceso lo ha hecho mucho más fácil una estructura directiva de decanos, directores y rectores que, funcionando como un cuerpo gerencial, ha ido desvinculándose progresivamente de su deuda primaria con los pares, olvidando que un lider académico no es sino un primus inter pares, un primero entre pares, distinto de ellos por razón de una diferencia de grado, no de clase. Con el aval de esta estructura gerencial, la pirámide decisional convierte al claustral en el receptor pasivo de una cultura académica degradada. La erosión sistemática de todas aquellas instancias que nutren y enriquecen la vida universitaria creativa: los libros, los viajes de investigación, las sabáticas, los ascensos en rango, el cupo de las clases, los descargues de tarea docente para realizar proyectos, todo se ha ido eliminando de un zarpazo en nombre de la contracción económica. Lo que queda de este desmantelamiento sistemático es un escenario idéntico a lo que el filósofo eslovenio Slavoj Zizek ha llamado el desierto de lo Real: el hoyo negro con que la lógica siniestra del goce del capitalismo salvaje engulle y aniquila la potencia del porvenir. Y la Universidad, para el mundo, y de un modo tan urgente, para Puerto Rico, ha sido nuestra brújula del porvenir. Es a través de ella que este País ha concebido todo su proyecto de modernización, y ha sido en su seno que se han lidiado sus polémicas más productivas, sus conflictividades más creadoras, sus antagonismos más radicales. Porque una Universidad le permite a un País convertir sus rencillas viciosas en antagonismos profundos por medio de la lógica civilizadora del diálogo.

En estos momentos aciagos, esa lógica dialógica ha provenido, con gallardía y arrojo, del movimiento estudiantil, que durante casi ya un mes ha desplegado, ante la mirada conmovida de tantos de nosotros, un experimento inédito de la imaginación al poder, una apuesta por el ejercicio de la creatividad como instrumento de seducción. La grandeza de este movimiento huelgario ( y no todas las huelgas son grandiosas; algunas pueden ser vulgares y mezquinas) no tiene tanto que ver con la sustancia de sus reclamos. Bien mirada, la derogación de la Certificación 98 es un reclamo modesto, que no debió de haberle tomado a la administración más de 48 horas en zanjar. Es una Certificación mal pensada, o maliciosamente pensada, altamente cuestionable, hasta para el más insípido espíritu conservador. La grandeza de esta huelga no radica en sus contenidos (que defiendo completamente) sino en su Forma. Este ha sido el primer acto de resistencia política decididamente per-forma-tivo en la historia de la resistencia del País. Y no se trata sólamente de los abundantes hechos de arte que han constituido la cotidianidad de la toma del Recinto: lecturas de poesía de poetas altamente reconocidos junto a jóvenes poetas estudiantiles, obras teatrales, murales, pantomimas, eventos musicales. Hace ya varias semanas que el Recinto se ha convertido en la más inmensa plataforma de espectáculo que hayamos tenido. Cuando digo performático me refiero también, y sobre todo, a lo político como acción de arte, a esa política que es más acto que pronunciamiento, más circunstancia que resolución, esa política más abocada al abrazo del evento que al pronunciamiento totalitario. Es esa apertura performativa del evento la que ha hecho posible que en el interior y alrededor de los portones del Recinto tomado se hayan dado cita, frente a la mirada entre desafiante y seducida del aparato represivo militar, la más diversa fauna estudiantil: los ecologistas sembraron su huerto, la comunidad LGBTT ondea su bandera multicolor, los periodistas atienden con celo su flamante estación de radio, y otros tantos construyen barreras más simbólicas que literales frente a los portones, barreras que parecen más bien instalaciones de arte, objetos enrarecidos para la mirada, fruto del deseo de protegerse de la violencia represiva, sí, pero también del deseo de expresar las formas inapresables de esta nueva Forma.

El Claustro hace mal si insiste en desatender las peculiaridades de este evento. Hace mal si piensa que sus problemas obligan a una introspección paralela, que nos dirija a nuestras singularidades, evitando perder demasiado tiempo en lo que, a fin de cuentas, a la larga, se convertirá en una distracción pasajera. Esos estudiantes no son, no han sido otra cosa, a lo largo de estos días, que aquello que oyeron en muchas de nuestras lecciones. Ellos son lo que nosotros decimos. En medio del paisaje complejo que conforma el escenario del Recinto tomado, en un campamento de profesores, no se me hace tan difícil imaginarme a un Michel Foucault, a un Gilles Deleuze, a un Jean Paul Sartre, a una Simone de Beauvoir mirándonos entre ellos, emplazando, desde sus trincheras, nuestra ética del pensar.

La coyuntura de esta huelga ha producido, por fin, después de casi un mes, una auto-convocatoria del Claustro que pudiese ser tan importante como la última asamblea de los estudiantes. La idea de una clase profesorial constituida como un cuerpo en respuesta a un asalto tan descomunal como éste no solo puede, sino que tiene que estar a a altura de los acontecimientos. Este viernes en la mañana la mirada del país, y de un modo mucho más entrañable y trascendental, la mirada de nuestros estudiantes, estará puesta sobre nosotros. Ojalá y que nos comportemos a la altura de esa mirada.

Si eres claustral de Río Piedras no dejes de asistir hoy jueves a las 6 PM a la reunión preparatoria para la de mañana en Cayey. Sitio: Iglesia Evangélica Unida, Calle Arzuaga en Río Piedras.

De otra parte, 60 académicos y académicas puertorriqueños que laboran en Estados Unidos circularon un manifiesto en el que muestran su preocupación por el impasse de la huelga. Aquí el documento íntegro con las firmas:

Es con atención extrema y honda preocupación que un número de académicos y
académicas puertorriqueños en los Estados Unidos hemos venido siguiendo el desarrollo
de los actuales conflictos de la Universidad de Puerto Rico. Las dificultades por llegar a
un acuerdo satisfactorio entre las demandas del movimiento estudiantil y la alta dirección
universitaria han resultado a esta fecha en la declaración de una huelga indefinida por
parte del estudiantado en casi todos los recintos del sistema, en el cierre del Recinto de
Río Piedras hasta el 31 de julio—a instancias de su rectora interina, la profesora Ana
Guadalupe, con la aprobación de la Junta de Síndicos—y en el despliegue ostentoso,
desproporcionado y amenazante de efectivos policíacos y de la Fuerza de Choque en el
perímetro del campus riopedrense, actualmente ocupado por estudiantes. A un día de
ratificado el voto de huelga en la asamblea estudiantil del 13 de mayo pasado, el
superintendente de la policía, el señor José Figueroa Sancha (con la venia de las
autoridades universitarias), emitió una orden prohibiendo la entrada de víveres y agua al
Recinto de Río Piedras, contraviniendo con ello los más básicos principios de la
Declaración Universal de Derechos Humanos, que en su expresión de los acuerdos de
Ginebra hace del negar alimento y agua a un antagonista, aún en situaciones de guerra, un
crimen de lesa humanidad. En este panorama desalentador no pueden sino incubarse
situaciones de violencia potencialmente aún más graves, para no mencionar la continua y
vergonzosa denigración de la civilidad. Es por ello que urgimos de la administración
universitaria el reinicio sin dilación de las negociaciones con el Comité Negociador
Nacional de Estudiantes, el cese inmediato de la militarización del Recinto de Río Piedras
y la conducción del conflicto dentro de los más estrictos términos de respeto a los
derechos civiles y humanos.

Tres demandas se destacan en particular de la huelga estudiantil: 1) la derogación
de la certificación 98 (que elimina las exenciones de matrícula para los estudiantes de
honor y los/as atletas, así como para los recipientes de las becas federales Pell), 2) la
exigencia de que no se reduzca el presupuesto estatal asignado a la universidad, según ha
sido proyectado para el próximo año fiscal por la legislatura y la administración del
gobernador Luis Fortuño, y 3) el que se abran los libros de la contabilidad de la
institución para que la comunidad universitaria pueda iniciar un debate público bien
informado sobre su realidad fiscal y los modos alternativos para paliar la crisis
económica por la que atraviesa, y que entre otras cosas incluye un monumental déficit
que, según diversos cálculos, oscila entre los 130 y los 200 millones de dólares. No
obstante, en su raíz, estos reclamos expresan otra serie de cuestiones más profundas y
trascendentales que competen al futuro de la educación superior pública en Puerto Rico, a
las problemáticas del autogobierno y la autonomía universitaria y a las relaciones entre
ciudadanía, democracia y educación, con las que los abajo firmantes nos identificamos
tanto como puertorriqueños/as (muchos de nosotros/as egresados/as de la Universidad de
Puerto Rico) como en tanto académicos/as miembros de una comunidad intelectual
internacional.

La actual crisis económica global le presenta retos inmensos a prácticamente
todas las sociedades del planeta. Cómo afrontarla sin socavar los fundamentos de la
democracia, de los cuales el derecho a la educación es puntal, es asunto que merecería un
primer orden de reflexión al momento de revisar la necesidad de ajustes presupuestarios
por parte del Estado. Es ésta una de las consideraciones centrales que subyace las
propuestas del movimiento estudiantil universitario. “La educación es un derecho, no un
privilegio” en manera alguna es una consigna hueca o autoindulgente. El acceso libre y
amplio a la educación en colectividades democrático-liberales modernas como la nuestra
es clave tanto para el funcionamiento de la estructura socio-económica misma como para
el ejercicio efectivo de la democracia y los derechos ciudadanos. No hay sociedad
moderna sin cuadros profesionales debidamente educados que la sostengan y administren
y sin creadores capaces de imaginar nuevos espacios y modalidades para la vida
económica y cultural. Y no hay intervención ciudadana democráticamente efectiva sin el
desarrollo de un pensamiento y una sensibilidad críticos y creativos que nos ayude a
debatir de forma sustancial las realidades del país y sus posibilidades. De modo que,
contrario a lo señalado incorrectamente por el gobernador Luis Fortuño en su mensaje a
la legislatura del pasado 26 de abril, el ser estudiante de un sistema de educación pública,
lejos de ser un privilegio, es una instancia formativa socialmente necesaria para el
sostenimiento de una sociedad verdaderamente ágil y democrática. El pensamiento
autoritario teme al pensamiento crítico y pretende erosionarlo; sólo la mediocridad
conformista teme a los riesgos de una disposición creativa ampliamente diseminada.
Es con gran preocupación que desde la distancia hemos estado observando, a lo
largo ya de varias décadas y diversas administraciones gubernamentales, la progresiva
erosión de los fundamentos y posibilidades de una educación pública en nuestro país.
Esto es: la erosión de una educación dirigida a la democratización de las potencialidades
sociales y de las capacidades críticas que ella incita, y no sujeta a la lógica de la ganancia
o a las restricciones propias de la iniciativa privada. El primer frente de ataque para esta
erosión lo ha sido la educación pública a los niveles elementales, intermedios y de
escuela superior. Las escuelas públicas puertorriqueñas se encuentran en un estado
absolutamente lamentable. Mal subvencionadas (por la desidia deliberada y el desprecio
de una clase política hostil a ella), con planteles deteriorados y recursos insuficientes,
pobladas por la desmoralización de un sector magisterial malpagado y poco valorado, el
ataque contra la educación pública no ha comenzado con los actuales, y de ninguna
manera nuevos, intentos por debilitar a la UPR. Este es sólo su corolario. No obstante, y
a contracorriente, la universidad pública queda aún como uno de los pocos focos de
esperanza para el presente y el porvenir de nuestro país. Es aún un lugar en donde el o la
estudiante de escuela pública de una familia de bajos recursos (un 60% del total de la
población estudiantil del sistema proviene de familias con ingresos de menos de $30,000
al año) puede, a pesar de las limitaciones de su formación, llegar a forjarse un mejor
futuro personal y de aporte social así como una distinta y más rica posibilidad de ser.
Quien ha pasado por la Universidad de Puerto Rico no puede dejar de amar sus promesas
y lo que nos ha dado. Recortar el presupuesto de la UPR, del primer centro docente de
nuestro país, sin explorar otras alternativas es el camino más rápido para debilitar un
proyecto absolutamente necesario para nuestra democracia y existencia social, asentado
en una tradición de prácticas y luchas de libertad crítica insustituíbles que ya datan de
más de un siglo. No es una institución prescindible o reemplazable. Es el lugar en donde
generaciones de puertorriqueños/as han aprendido a pensar y sobre el que se levantaron
los impulsos decisivos de nuestra modernidad. Entonces, defender la educación pública
es, en su sentido más profundo, una defensa de nuestra democracia, aún con sus
muchísimas imperfecciones, pero también, y tal vez más importante, de su devenir
siempre perfectible.

Nada ha atentado más contra la vida universitaria que su ya larga sujeción a las
veleidades de la política partidista del país. Distinto a tantos lugares del mundo en donde
los nombramientos de las altas autoridades universitarias se fundamentan en criterios
autónomos de mérito académico, talento administrativo y experiencia institucional, en
Puerto Rico estos puestos han sido concebidos como una suerte de remuneración personal
para aquellos que han demostrado su lealtad al partido de turno en el poder. Son criterios
políticos y no académicos los que han tendido a primar a la hora de hacer estos
nombramientos, y sólo la universidad misma y el país han sufrido las consecuencias de
una práctica tan extraviada y que de forma tan contundente sigue socavando los
principios de la autonomía universitaria. Consterna, desde nuestra perspectiva exterior,
ver cómo, con demasiada frecuencia, el alto liderato universitario carece de la proyección
intelectual necesaria para legitimarse como autoridades de una institución académica. Y
también perturba que las figuras que con mayor excelencia y creatividad han contribuído
a la producción del saber en nuestros centros docentes tan a menudo ocupen lugares
secundarios en su dirección.

Es éste un problema medular que la actual situación de la UPR ha vuelto a poner
sobre el tapete. La intransigencia de la presente administración universitaria, su negación
a la negociación sostenida y paciente, no se adecúa al espíritu de deliberación ponderada
propio de un ethos académico sino de la instrumentalización rápida, y sin demasiado
espacio para el disenso, de un designio político. ¿Por qué la rectora de Río Piedras, así
como los rectores de los otros recintos, no han convocado aún a sus senados académicos
o a reuniones del claustro para reflexionar, debatir y buscar posibles alternativas al actual
conflicto? Los profesores universitarios, muchos de los cuales se han mobilizado en
defensa de sus estudiantes, vigilando los portones, listos a mediar en cualquier situación
potencialmente violenta, en rondas de 24 horas, siete días a la semana, suministrando
agua y alimentos a los estudiantes que han ocupado el recinto a pesar de las prohibiciones
y de las amenazas de la Fuerza de Choque, regalándoles libros, a esos profesores, a esa
intelectualidad académica puertorriqueña, la actual administración universitaria no ha
estimado necesario pedirle su parecer. Ello es incomprensible y contrario al espíritu
intelectual de debate que debe vertebrar a una verdadera universidad, para no invocar
aquí una noción básica de libertad académica.

Si las demandas de los estudiantes apuntan hacia la necesidad de garantizar el
acceso a una educación pública de calidad, no menos importantes son las necesidades
específicas y particulares, aún no enunciadas pero no por ello menos reales, del
profesorado universitario cuyas tareas docentes son realizadas, las más de las veces, en
condiciones inhóspitas cuando no hostiles. Con una biblioteca deficiente e insalubre, sin
apenas fondos para la investigación y con una política de sabático desigual; muchos de
ellos sin oficinas en donde hacer su trabajo y atender a los/as estudiantes y con salones
abarrotados de alumnos frecuentemente aún necesitados de programas de tutoría (que no
existen) para remediar las deficiencias en destrezas básicas de escritura, lectura y
matemáticas con las que llegan; obligados a impartir cátedra en edificios enfermos que
ponen en riesgo no sólo su salud sino las de todos los miembros de la comunidad
universitaria; ese profesorado está lejos de ser un sector “privilegiado”, como
erradamente lo sugiriera el Gobernador Fortuño en su mensaje presupuestario a la
legislatura.

A finales del pasado mes de abril el movimiento estudiantil le presentó al
presidente de la UPR, profesor José Ramón de la Torre, un pliego con recomendaciones
para atajar la actual crisis económica de la universidad sin incurrir en el recorte de
servicios claves para su funcionamiento, en la eliminación de las exenciones de matrícula
ya establecidas o en la imposición de un alza. El llamado para discutir ese documento
fue, sin embargo, desoído. No obstante, se trata de un documento serio, ejemplar de lo
que el pensamiento universitario puede creativamente producir ante retos sociales de
envergadura como los que confronta el país en estos momentos. Ese documento debería
ser ponderado con rigor por las autoridades universitarias en discusión con la comunidad
universitaria en general, pero para ello se requiere primeramente el retorno a la mesa de
negociaciones. Por esto reiteramos nuestra petición de que se reabra el diálogo en el más
alto espíritu de compromiso con una educación pública democrática y de excelencia, que
se desmilitarice el campus de Río Piedras y que se conduzca el conflicto bajo la más
estricta observación de los derechos humanos y civiles de todas las partes implicadas.

Suscrito por:
[Afiliación para propósitos de identificación solamente. Se indica también quiénes
han sido egresados de la UPR y sus trayectorias académicas]

1) Agnes Lugo-Ortiz
B.A. Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras
Ph.D. Princeton University
Catedrática Asociada, The University of Chicago

2) Aldo Lauria-Santiago
Escuela Superior de la UPR
B.A. Princeton University
M.A. New York University
Ph.D. The University of Chicago
Catedrático Asociado, Rutgers University

3) Ivette N. Hernández-Torres
B.A. Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras
Ph.D. Brown University
Catedrática Asociada, University of California, Irvine

4) Luis F. Avilés
B.A. Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez
M.A. University of Illinois Urbana
Ph.D. Brown University
Catedrático Asociado, University of California, Irvine

5) Arcadio Díaz Quiñones
B.A. y M.A. Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras
PH.D. Universidad Central de Madrid
Catedrático, Princeton University

6) Aníbal González-Pérez
Escuela Superior de la UPR
B.A. Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras
Ph.D. Yale University
Catedrático, Yale University

7) Richard Rosa
B.A. Universidad de Puerto Rico, Recinto de Cayey
M.A. Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras
Ph.D. Harvard University
Catedrático Asociado, Duke University

8) Carlos J. Alonso
Escuela Superior de la UPR
B.A. Cornell University
Ph.D. Yale University
Cátedra Morris A. and Alma Schapiro in the Humanities
Columbia University

9) Roberto Alejandro
B.A. Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras
Ph.D. Princeton University
Catedrático, Universidad de Massachusetts, Amherst

10) Nelson Maldonado-Torres
B.A. Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras
Ph.D. Brown University
Catedrático Asociado, University of California, Berkeley

11) Ramón Grosfoguel
B.A. Universidad de Puerto Rico, Recinto de Rio Piedras
Ph.D. Temple University
Catedrático, Universidad de California, Berkeley

12) Eduardo Bonilla-Silva
Escuela Superior de la UPR
B.A. Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras
Ph.D. University of Wisconsin, Madison
Catedrático, Duke University

13) Juan Duchesne Winter
B.A. Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras
Ph.D. SUNY at Stony Brook
Catedrático, University of Pittsburgh

14) Luis Figueroa-Martínez
B.A. Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras
Ph.D. University of Wisconsin-Madison
Catedrático Asociado, Trinity College

15) Edna Acosta-Belén
Estudiante de la Universidad de Puerto Rico-Río Piedras (1965-67)
Ph.D. Columbia University
Catedrática Distinguida, University at Albany, SUNY

16) Efraín Barradas
B.A. Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras
Ph.D. Princeton University
Catedrático, Universidad de la Florida

17) Cecilia Enjuto Rangel
B.A. Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras
Ph.D. Yale University
Catedrática Auxiliar, University of Oregon

18) Federico Subervi
B.A. y M.A. Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras
Ph.D. Universidad de Wisconsin
Catedrático, Texas State University, San Marcos

19) Asela Rodríguez de Laguna
B.A. Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez
Ph.D. University of Illinois-Urbana
Catedrático, Rutgers, the State University of New Jersey, Campus at Newark

20) Elpidio Laguna-Díaz
Escuela Intermedia y Superior de la UPR
B.A. Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras
Ph.D. Graduate Center, City University of New York
Catedrático, Rutgers, the State University of New Jersey, Campus at Newark

21) Frances R. Aparicio
Ph.D. Harvard University
Catedrática, Universidad de Illinois en Chicago

22) Francisco A. Scarano
Ph.D. Columbia University
Catedrático, Universidad de Wisconsin—Madison

23) Julio Ramos
Ph.D. Princeton University
Profesor Emérito, University of California, Berkeley

24) Pablo Delano
M.F.A. Yale University
Catedrático, Trinity College

25) Madeline Troche-Rodríguez
B.A. Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez
Ph.D. Loyola University Chicago
Catedrática Auxiliar, City Colleges of Chicago

26) César A. Salgado
Ph.D. Yale University
Catedrático Asociado, The University of Texas at Austin

27) William Vélez
B.A. Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras
Ph.D. Yale University
Catedrático, University of Wisconsin-Milwaukee

28) Jossianna Arroyo
B.A. Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras
Ph.D. Universidad de California, Berkeley
Catedrática Asociada, Universidad de Texas, Austin

29) Gladys M. Jiménez-Muñoz
B.A. Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras
Ph.D. Binghamton University-SUNY
Catedrática Asociada, Binghamton University-SUNY

30) Kelvin Santiago-Valles
Ph.D. Union Graduate Institute, Cincinnati, Ohio
Catedrático Asociado, Binghamton University-SUNY

31) Eleuterio Santiago-Díaz
B.A. Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras
M.A. University of California, Santa Barbara
Ph.D. Brown University
Catedrático Asociado, University of New Mexico

32) Ilia Rodríguez
B.A. Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras
M.A. University of California, Santa Barbara
Ph.D. University of Minnesota
Catedrática Asociada, University of New Mexico

33) Rosilie Hernández
Ph.D. University of California, Irvine
Catedrática y Vice-Decana de la Escuela de Literatura, Estudios Culturales y
Lingüistica, Universidad de Illinois en Chicago

34) Víctor Figueroa
B.A. Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras
Ph.D. Harvard University
Catedratico Asociado, Wayne State University

35) Milagros Denis-Rosario
B.A. Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras
M.A. Cornell University
Ph.D. Howard University
Catedrática Auxiliar, Hunter College-CUNY

36) Jason Cortés
B.A. Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez
PH.D The Pennsylvania State University
Catedratico Auxiliar, Rutgers University

37) Wanda Rivera Rivera
B.A. y M.A. Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras
Ph.D. Harvard University
Assistant Professor, University of Massachusetts, Boston

38) Ismael García-Colón
B.A. Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras
Ph.D. University of Connecticut
Catedrático Auxiliar, City University of New York, The College of Staten Island

39) Agustin Lao-Montes
Ph.D. State University of New York at Binghamton
Catedrático Asociado, Universidad de Massachusetts-Amherst

40) Harry Vélez Quiñones
Ph.D. Harvard University
Catedrático, University of Puget Sound

41) Antonio Lauria-Perricelli
Ph.D. New School for Social Research
Catedrático Adjunto, New York University

42) Ramón H. Rivera-Servera
Ph.D. University of Texas at Austin
Catedrático Auxiliar, Northwestern University

43) José R. Cartagena-Calderón
Ph.D. Harvard University
Catedrático Asociado, Pomona College

44) José Francisco Buscaglia Salgado
Ph.D. University at Buffalo
Catedrático Asociado
y Director del Programa de Estudios Caribeños, SUNY at Buffalo

45) César Ayala
Ph.D. State University of New York-Binghamton
Catedrático, University of California, Los Angeles

46) Arnaldo Cruz-Malavé
Ph.D. Stanford University
Catedrático, Fordham University

47) Víctor Rodríguez
B.A. Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras
Ph.D. de la Universidad de California, Irvine
Catedrático, California State University, Long Beach

48) Licia Fiol-Matta
Ph.D. Yale University
Catedrática Asociada, Lehman College, CUNY

49) Lena Burgos-Lafuente
B.A. Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras
Ph.D. Candidate New York University
Catedrática Auxiliar, SUNY, Stony Brook

50) Lawrence La Fountain-Stokes
Ph.D. Columbia University
Catedrático Asociado, Universidad de Michigan, Ann Arbor

51) Luis Zayas
Ph.D. The University of Chicago
Catedrático Auxiliar, Arizona State University

52) Rosa Elena Carrasquillo
B.A. Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras
Ph.D. University of Connecticut
Catedrática Auxiliar, College of the Holy Cross

53) José A. Padín
Ph.D. University of Wisconsin-Madison
Catedrático Asociado, Portland State University

54) Juan Carlos Rodríguez
B.A. Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras
M.A. CUNY
Ph.D. Duke University
Catedrático Auxiliar, The Georgia Institute of Technology

55) Juan Carlos Quintero-Herencia
B.A. Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras
Ph.D. Princeton University
Catedrático, University of Maryland, College Park

56) Ivette Rodríguez-Santana
B.A. Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras
Ph.D. Yale University
Directora Asociada Centro de Estudios Latinoamericanos,
Universidad de Maryland, College Park

57) Néstor E. Rodríguez
B.A. Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras
Ph.D. Emory University
Catedrático Asociado, University of Toronto

58) Irmary Reyes-Santos
B.A. Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez
Ph.D. University of California, San Diego
Catedrática Auxiliar, University of Oregon

59) Sheila Candelario
B.A. Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras
Ph.D. State University of New York at Stony Brook
Catedrática, Fairfield University


19.5.10

columna: La solución del conflicto en la UPR (Efrén Rivera Ramos)

19 Mayo 2010

La solución del conflicto en la UPR

Efrén Rivera Ramos, Catedrático UPR

http://www.elnuevodia.com/columna-lasoluciondelconflictoenlaupr-706736.html

No sé cuán próximo estará el reinicio de las labores académicas en la Universidad de Puerto Rico. Sí estimo que ese debe ser el objetivo central de todas las partes involucradas en el conflicto huelgario.

La urgencia de llegar a una solución, sin embargo, no debe conducir a dar por buena cualquier solución que se proponga. Habrá que evaluar las propuestas con cuidado para que a la larga no resulten inefectivas. Sobre todo, no se deben ensayar tomaduras de pelo a nadie, mucho menos a los estudiantes en lucha. Si así fuera, la comunidad universitaria quedaría lacerada durante muchos años. El manejo del conflicto sólo puede ser eficaz si se realiza a partir de un entendimiento genuino de las inquietudes de los estudiantes. Debe tenerse también la voluntad de encaminar un proceso que se haga cargo tanto de los problemas inmediatos como de los de largo plazo.

A mi juicio, la superación de la coyuntura actual debe pasar por el reconocimiento de las premisas siguientes:

Primero, los reclamos de los estudiantes son legítimos. Algunos se refieren a asuntos muy específicos, como la derogación de la certificación de la Junta de Síndicos que elimina para muchos la posibilidad de acceder a exenciones de matrícula por diversos motivos. Otros son de alcance más amplio, como el requerimiento de que se le devuelvan a la UPR los dineros que se le han negado por virtud de la Ley 7 y otras medidas legislativas y ejecutivas. Lo cierto es que a la UPR se le han reducido sus recursos en exceso de lo que le correspondería como producto de la crisis económica que nos afecta a todos.

Otras demandas son de calado más hondo todavía: la defensa del concepto mismo de la universidad pública y, con ella, la protección y ampliación del acceso a la educación universitaria de los sectores más desaventajados.

Con exigencias tan meritorias, lejos de acusarles, intimidarles y reprimirles, a los estudiantes se les debe agradecer su valerosa gestión.

Segundo, la única solución radica en el diálogo y la negociación. Partir de la posición de que con los estudiantes que protestan no se debe negociar es hincar la cabeza en el suelo para no ver los procesos reales que se desarrollan ante nuestros ojos. Esa actitud nos aboca irremediablemente al camino de la violencia como modo de resolver los conflictos universitarios. Y eso, estoy convencido, ni la comunidad universitaria ni el pueblo de Puerto Rico lo quieren, independientemente de las posiciones políticas de cada cual. El retiro de la fuerza policíaca de las inmediaciones de los recintos debe tener la más alta prioridad.

Tercero, la defensa de la universidad pública debe convertirse en objetivo continuo de todos y todas, más allá de la solución del conflicto inmediato. Ello requiere un compromiso sin ambages de la administración, los docentes, los empleados no docentes y los estudiantes. Nadie debe incurrir en la ingenuidad de creer que las amenazas que se ciernen sobre la universidad de todas y todos los puertorriqueños desaparecerán cuando se abran los portones de la institución. Hay indicios claros de que ciertos sectores no aprecian lo que la UPR representa para nuestro país y que preferirían verla disminuida y en desventaja frente a las instituciones privadas.

Cuarto, una vez concluida la huelga, tampoco se desvanecerán los retos económicos de la institución. Enfrentarlos requerirá que se fomente la mayor de las transparencias, haciéndole llegar a toda la comunidad universitaria la información necesaria para que todos y todas entendamos a cabalidad la situación. Más aún, las soluciones a los problemas planteados por las dificultades fiscales deben contar con la participación más amplia posible de todos los sectores de la comunidad académica.

Un grupo de decanos del Recinto de Río Piedras ha circulado una propuesta que se inspira en algunas de estas premisas. Es un buen punto de partida. Estoy seguro que surgirán otras. Conviene evaluarlas con detenimiento hasta dar con la clave del destranque.

16.5.10

Desde Barcelona

¿Por qué creo en esta lucha? (Mariana Muñiz Lara, estudiante tercer año de derecho, graduanda)

¿Por qué creo en esta lucha?

Mariana Muñiz Lara

Soy estudiante graduanda de la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico (UPR). Me voy a graduar con un excelente promedio y muchos puntos atractivos en mi resumé. Ya pagué los $1,000 del repaso para la reválida, que pienso tomar en septiembre. Tengo una buena oferta para comenzar a trabajar el 1 de octubre.

Con este cuadro, a muchas personas –algunas me lo dicen con admiración, otras con incredulidad y otras desilusionadas- les parece ilógico que apoye la huelga estudiantil, que tiene muchos reclamos válidos, y el más importante de éstos es la derogación de la Certificación 98 de la Junta de Síndicos de la UPR, que pretende que estudiantes que reciben ayuda económica (entiéndase, beca federal Pell) no puedan recibir también exenciones por mérito académico o talento ni otros incentivos económicos.

Estoy en mi último año en la UPR. Los/as estudiantes graduados/as no recibimos beca Pell (aunque sí hay una ayuda económica de $1,000 llamada beca legislativa que, desde antes de la Certificación 98, se le niega a quienes reciben exención de matrícula por ser ayudantes de cátedra e investigación). Los estudios en Derecho que me podrían interesar realizar luego de obtener mi Juris Doctor no se ofrecen en Puerto Rico. ¿Por qué apoyo la huelga si, después de todo, no me afectarán los recortes propuestos y no me voy a beneficiar directamente de los acuerdos que se logren?

Mis compañeros y compañeras en esta lucha enfatizan en que hay que pensar en el colectivo antes que en los planes individuales de cada cual. Aunque creo en esa idea, mi razón para apoyar la huelga es muy individual.

En 1996, luego de que mi papá murió de cáncer del pulmón (¡no fumen!), teníamos miles de dólares en deudas por el año en que estuvo en tratamiento. Mi mamá tomó varios préstamos para poder pagarlas, intentando salvar el crédito perfecto que había tenido hasta entonces. Tocó muchísimas puertas para conseguir un trabajo como maestra en una institución privada, donde sólo le pagaban $1,000 mensuales. Obviamente, sus gastos sobrepasaban sus ingresos, por lo que tuvo que irse a quiebra, no a una quiebra en la que te perdonan todo sino a un capítulo (tipo) en el que te hacen un plan de pago. A pesar de esto, pagó el colegio en el que yo estudiaba hasta 1999, cuando decidí cambiarme a una escuela pública. Mientras, yo, desde los 12 años, trabajé todos los veranos en campamentos y programas similares para que mis gastos personales no afectaran más las finanzas del hogar. Mi hermano, con sólo 17 años, consiguió un trabajo a tiempo completo con el propósito de ayudar económicamente a mi mamá, pero embarazó a su novia y tuvo que dedicar su sueldo a su hijo.

Unos años después, mi mamá consiguió trabajo como maestra bibliotecaria en una escuela pública, por lo que su sueldo aumentó a $1,700 mensuales (es una vergüenza que se le pague tan poco a quienes le brindan el conocimiento básico a gran parte de la población). En el 2003, le exigieron completar un certificado posgraduado en Bibliotecología para mantener su puesto, por lo que, ese año, ella y yo cursamos nuestro primer año de estudios en la UPR, Recinto de Río Piedras.

Ese primer año, no tuve que pagar matrícula, porque me la pagó una beca de una fundación privada, que me gané estando en escuela superior. Asimismo, por los bajos ingresos de mi hogar, recibí la beca Pell completa y cualifiqué para el programa de estudio y trabajo, que es subsidiado con los mismos fondos de las becas Pell, a través del cual fui asistente de cátedra en la Escuela de Comunicación, donde estudié mi primera concentración. Trabajar dentro de la Universidad me permitió involucrarme en actividades extracurriculares, que enriquecieron mi desempeño académico.

Mi mamá y yo terminamos nuestro primer año en la UPR con promedios de 4.00, por lo que cualificamos para exención de matrícula de honor, que mi mamá tuvo en su segundo y último año de certificado y yo mantuve en mis restantes tres años de Bachillerato. Aunque el ingreso de mi casa nunca aumentó y se anunció que habían conseguido más dinero para becas Pell, cada año me redujeron más la beca y no me volvieron a otorgar estudio y trabajo, por lo que trabajé a tiempo parcial fuera de la Universidad para cubrir mis gastos. No desperdicié tiempo ni fondos; me gradué Summa Cum Laude, en cuatro años, con dos concentraciones y un certificado del Programa de Estudios de Honor.

A pesar de que no pagué hospedaje y vivo bastante cerca de la Universidad, en Santurce, todo el dinero de beca Pell que recibí y todos los sueldos que gané en mis trabajos los gasté en libros, copias, equipo audiovisual y otros materiales para mis clases, celular, gasolina, comida y pago del último año de la hipoteca de mi casa. En mi tercer año de Bachillerato, competí por ocho becas privadas, que me permitieron hacer un intercambio de un semestre en España. El semestre antes del viaje, tuve tres trabajos, uno de ellos a jornal en Presidencia de la UPR, para poder comprar las maletas y la ropa de frío.

Si no hubiera tenido el alivio económico de la exención de matrícula combinada con la beca Pell, no hubiera podido estudiar para mantener mis notas y realizar todas las actividades extracurriculares que me sirvieron para ganar las becas privadas de excelencia académica y servicio a la comunidad que recibí para completar mi presupuesto ni hubiera obtenido toda la experiencia que me ha ayudado en mi desempeño profesional y como estudiante graduada.

Como estudiante de Derecho, pagué la matrícula de mi primer año con la beca legislativa y otras dos becas privadas. Un trabajo a tiempo parcial no era suficiente para cubrir mis demás gastos, por lo que tuve que tomar préstamos. Había evitado esta alternativa anteriormente, porque para una persona de clase trabajadora no es tan fácil repagar los préstamos y ya había tenido la experiencia de la quiebra de mi mamá, que tiene el efecto de que te traten como si no existieras. Los otros dos años de Derecho, he participado en el Programa de Experiencias Académicas y Formativas (PEAF) del Decanato de Estudios Graduados e Investigación (DEGI), que dirigía Ana Guadalupe antes de ser colocada como rectora interina. El PEAF brinda exención de matrícula y un estipendio mensual de $800 a estudiantes graduados/as que trabajan como ayudantes de investigación y en tareas similares en la Universidad.

Sin todas esas ayudas e incentivos económicos, no hubiera ni soñado ser abogada. Ahora estoy muy cerca de alcanzarlo, pero, no podría hacerlo sabiendo que le quieren arrebatar las oportunidades que yo tuve a miles de estudiantes que tienen los mismos problemas de recursos que yo y las mismas metas que yo. No podría ser tan malagradecida luego de haber aprovechado la educación de calidad que el Pueblo de Puerto Rico me ha subvencionado. No podría invocar el Derecho viendo cómo le violan los derechos a mis compañeros y compañeras sólo por oponerse a pagar una crisis fiscal que no causaron ellos/as, sino la mala administración de quienes están y han estado en posiciones de poder. No podría trabajar en un tribunal de justicia y dejar que esta injusticia ocurra sin hacer nada.

Por eso, cuando la presidente de la Junta de Síndicos, Ygrí Rivera, declara a la prensa que espera que “se den cuenta de que esto es una huelga irracional”, deseo que se atreva a decírmelo a la cara; a mí y a todos los estudiantes y todas las estudiantes que, como yo, han encontrado en la Universidad de Puerto Rico y en estas ayudas económicas su mejor, y tal vez única, opción para educarse, aspirar a sacar a sus familias de la pobreza y ser útiles a su sociedad. Que me mire a los ojos y me diga que esta lucha es irracional. A mí me sobran las razones.

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